Enero de 2007. La filial Pontiac, perteneciente al inmenso corporativo norteamericano GM goza de una fama de marca deportiva desde hace muchos años gracias a sus legendarios muscle cars. Fama que se fue diluyendo conforme sus vehículos se fueron convirtiendo en Chevrolets reetiquetados. En el afán de recuperar ese prestigio perdido, Pontiac desarrolló el Solstice, un roadster biplaza que tiene todas las intenciones de demostrar al mundo que el emblema de Pontiac todavía puede encarnar deportividad y de paso destronar al líder indiscutible de este segmento, el Mazda Miata, que para su última entrega se llama MX-5.
La misión del Solstice no es nada sencilla, se trata de derrocar a un líder que ha ido puliendo su concepto con el pasar de las generaciones y que se ha vuelto muy efectivo, pero el exponente de Pontiac, que nos ocupa en este artículo ha nacido con buena estrella, desde su presentación como concepto, en el año de 2002- en el Salón Internacional de Detroit la respuesta del publico fue sorprendente y la decisión de su comercialización fue motivo de alegría para más de uno. Los primeros Solstice se subastaron por precios muy superiores al de lista y en su primer año de comercialización, GM tuvo que incrementar la producción para satisfacer la demanda.
El Solstice es un biplaza de tracción trasera construido sobre la plataforma de nombre Kappa, el encargado de mover al pequeño vehículo es un cuatro cilindros de 2.4 litros Ecotec que eroga 177 hp a 6,600 vueltas y que está asociado a una transmisión manual de cinco relaciones que a su vez, manda la potencia a las ruedas traseras.
Se trata de un planteamiento verdaderamente interesante, el Solstice tiene al menos en el papel cartas de presentación bastante serias. Desde que se enciende el motor, el sonido es muy agradable y el rodar del pequeño biplaza transmite mucha deportividad, la suspensión Bilsein es dura y la dirección es precisa, aunque lo podría ser más. En la práctica el motor mostró ser menos brioso de lo que pudiera pensarse y aunque genera la potencia necesaria, las reacciones que proporciona no son para espantar a nadie.
Un camino sinuoso puede ser un verdadero placer, ya que el Solstice es un auto más de sensaciones que de velocidad, el sonido del motor, el clutch duro y una suspensión rígida y comunicativa son buenos aliados. Por otra parte es algo complicado mantener al Solstice en un rango de revoluciones adecuado para un manejo deportivo, la caja de cinco relaciones en ocasiones muestra que es demasiado larga, permitiendo que el tacómetro caiga de más.
En el interior, las cosas son más comunes que su curvilíneo exterior. Los diales son de fácil lectura y el equipo de audio para seis CDs con entrada auxiliar reproduce bastante bien. Los asientos forrados en piel son de corte deportivo, pero la sujeción jamás fue de nuestro total agrado, mientras que varios son los plásticos que se quedan por debajo de lo que un auto aspiracional como este debe ofrecer.
El equipamiento en la versión probada es vasto, destacando las bolsas de aire, ABS, diferencial de derrape limitado y mandos eléctricos. El toldo por su parte es de accionamiento manual y aunque no se puede poner y quitar desde el puesto del conductor, la operación puede ser realizada por una sola persona sin muchas complicaciones.
Conclusión
El Solstice se erige como una opción verdaderamente deportiva por parte de la marca Pontiac, aunque no es precisamente muy rápido, ofrece buen balance y maniobrabilidad, además de un estilo innegablemente atractivo. Es un auto de capricho que le ha permitido a la división, aspirar a tener un futuro interesante.
Lo que alegra el día:
- Estética exterior muy atractiva
- Sonido del motor
- Un deportivo verdadero para una marca que se precia de ser deportiva
Lo que faltó:
- Una transmisión de radios más cortos
- Una dirección más rápida y precisa
- Mejor calidad de materiales y ensamble
- Un toldo más fácil de operar
Precio:
Solstice GT: $ 315,968 pesos